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Capítulo 02.

Advertencia: se hace mención de violencia física.

✧✦✧

Tras lo ocurrido con Jaesung, el lobo de Jimin se había apagado, entró en un letargo que parecía no tener fin, dejó de sentir a su omega, su instinto lo había dejado completamente solo. Ahora Jimin no era nada, era seguro que tendría una muerte lenta, al final lo merecía.

Su parte humana era la que estaba sobreviviendo, todo parecía extraño, no se percibía su aroma, su cuerpo dejó de funcionar como un omega, fácilmente podía pasar como beta, venían los tiempos en que su celo debía llegar y nunca apareció, su parte omega parecía haber muerto.

Igual, Jimin estaba acostumbrado a que todos lo dejaran de una u otra manera. El abandono y el desamor, eran constantes en su vida.

Suspiró sentimental hablándose así mismo: —Omega torpe, se supone que tú eras el único que debía permanecer a mi lado, aunque no lo creas extraño tu calor en mí —dijo a la nada, intentando encontrar a su lobo dormido, aún guardaba la esperanza que volviera a aparecer.

Los días habían pasado, el dolor y resentimiento fueron acumulándose en su corazón formando una gruesa capa, Dongwoo nunca más mencionó de Jae, parecía que el cachorrito nunca hubiera existido.

Jimin odiaba su existencia.

Odiaba la vida.

Jimin se odiaba a él mismo.

Odiaba estar vivo.

Hoseok era más de lo que podía pedir, agradecía con pequeños gestos la compasión del omega, era bueno y se arriesgaba por él, poniéndose en peligro cuando se escabullía por la casa para darle algo de comer, o por ir a curar las marcas de las heridas que el alfa dejaba.

Cada vez que tenía la oportunidad de escaparse un poco de la casa, iba a donde se encontraba la gran arbolada, le gustaba la sensación que le transmitían los rayos del sol colándose a través de las copas de los árboles, la mañana era fresca.

Un día hace mucho tiempo atrás intentó ir más allá de los frondosos árboles y lo único que se encontró fue con un gran muro, supuso era custodiada por alfas por el fuerte olor que se percibía.

El suave viento revoloteó en algunos de sus rizos, su cabello estaba débil y frágil, justo como él. Eran muy pocos ese tipo de momentos y cuando los tenía los atesoraba con el alma.

Jimin se encontraba recostado sobre el césped, admirando las hojas caer. Por unos segundos se olvidó de todo y cavando en su memoria, recordaba las palabras que su madre le decía cuando estaba gravemente enferma.

"—Tienes que escucharme amor, recuerda siempre mis palabras cachorro; tú eres tan fuerte y valiente, no permitas que nadie arranque esa bella sonrisa de tu rostro, eres un omega muy hermoso. No escuches los malos comentarios que te denigran por ser un omega varón.

—Pero mami, no quiero ser fuerte ni valiente, yo te quiero a ti, no me quiero quedar solito —respondió el pequeño sorbiendo su nariz.

—Ay, mi pequeño, ven aquí —la omega con gran esfuerzo y con el corazón roto sentó a Jimin en su regazo—. Nunca vas a estar solo bebé, yo siempre voy a estar contigo cuando más me necesites.

—Está bien mami, te amo —Jimin se abrazó a ella sorbiendo su nariz.

—Yo también te amo, tanto como el cielo mismo, mi pequeño cachorro, siempre que me necesites ahí es donde me encontrarás —Hanna lo arrulló hasta que el pequeño se quedó dormido en sus débiles brazos."

Suspiró hablando al cielo: —Lo siento mami, no soy tan valiente ni fuerte como tú creías, cuida mucho a mi bebé, sabes que le encanta jugar a las escondidas, recuérdale que lo amo hasta la eternidad —estaba a punto de ir adentro temiendo que Dongwoo regresara.

El fuerte golpe que provino de la puerta asustó a Jimin, dando un brinco, se puso rápidamente en pie, viendo cómo Dongwoo caminaba furioso para llegar a donde él se encontraba.

Con gran brusquedad, el alfa lo arrastró para llevarlo dentro de la casa, levantó la manga de su suéter hasta los codos, hizo que Jimin estirara los brazos con las palmas hacia arriba, le amenazó diciendo que si se movía el castigo sería peor.

—¿Acaso no entiendes maldito omega?

Gracias a lo aturdido que estaba, Jimin no había notado la rama que tenía en sus manos hasta que azotó sus muñecas, dejándolas con pequeños rastros de sangre.

—¡Que te quede claro Jimin, no puedes hacer nada sin que YO lo mande!, espero aprendas tu lección o la próxima te irá peor —Jimin agachó la cabeza para que el alfa no pudiera notar su indiferencia, además sus lágrimas ya no tenían sentido.

Dongwoo se marchó furioso empujándolo contra la pared.

Hoseok había sido enviado a curar las heridas externas. Pero en realidad él deseaba tan siquiera poder consolar el solitario ser de Jimin. Sanaba los golpes que el alfa había marcado en sus muñecas, porque nadie podía sanar su pobre corazón. Esa gran reprimenda fue únicamente porque Dongwoo lo encontró tumbado sobre el pasto, solamente admiraba los árboles.

—Lo siento tanto Jimin, me siento tan mal por no ayudarte —Hoseok intentaba retener el llanto que amenazaba con salir.

—Todo está bien Hoseok, no te preocupes, no necesitamos más heridos, solo intenta mantenerte a salvo, no llores, por favor —Jimin hizo una mueca de dolor al sentir el agua corriendo sobre su piel.

—Eres tan fuerte... Yo no soportaría tanto —dijo Jung con su voz quebrándose.

—Tranquilo que nos puede escuchar —susurró intentando calmar a su amigo.

—Te voy a ayudar, ya verás, juntos saldremos y vivirás la vida que mereces.

Jimin dio un gran suspiro —Ya no sé ni qué pensar, Hoseok he ardido tanto en este infierno que el fuego, ya me consumió.

—Escúchame, yo te prometo que todo estará bien, hay a-algo que yo, algo... —Hoseok balbuceaba cosas sin sentido.

Jimin lo calmó, el omega estaba por hablar cuando los gritos de Dongwoo se escucharon.

—Hoseok, ¿qué mierda contigo? Te dí la orden de limpiar al inútil, no de hablar con él —sujetó el pelo del omega listo para golpearlo, Jimin se interpuso, Dongwoo le vio tan enfurecido que Jimin temió por su vida.

Hoseok estaba tan asustado que empezó a temblar, Dongwoo lo tomó del brazo y lo tiró fuera de la casa, cerró la puerta para que no tuviera oportunidad de entrar nuevamente. El alfa sumamente molesto golpeó la madera.

Se quedó recargando su cuerpo en la pared, negando, dándole la espalda a Jimin mientras maldecía. Su fétido olor se esparció por la estancia.

La respiración del alfa era fuerte y tensa, ladeó la cabeza de un lado a otro haciendo crujir sus huesos, se dio vuelta y caminó lentamente. Jimin intentó salir, pero Dongwoo lo retuvo.

—Así que... mírame carajo, mírame cuando esté hablando —le dio un golpe a puño cerrado en la mandíbula, Jimin levantó la vista, encontrándose con el rostro del alfa muy cerca a él, podía percibir su asqueroso aliento.

Poco a poco la semilla del odio iba creciendo en su interior y cuando algo tan fuerte como eso crece dentro de ti, llega un punto donde nada evita poder arrancar las raíces que se han aferrado al corazón.

—Muy bien Jimin, eso es más de lo que esperaba —el alfa caminó plantándose frente a los cajones, sacando unos cigarros, encendió uno y dio una calada para luego sacar todo el humo en el rostro del Jimin, provocando que se sintiera ahogado.

Dongwoo alzó el mentón, prepotente habló: —Tengo que felicitarte pedazo de mierda, pensé que los huevos los tenías de adorno... Espera, pero sí los omegas si los tienen de adorno —se burló—. Ahora veamos que tan valiente eres —dijo acechando mientras le acercaba el cigarrillo.

—¿A qué te refieres Dongwoo? —Jimin temió.

—A que si fuiste tan valiente para salvar a tu amiguito, podrás ser fuerte y aguantar esto —terminando de mencionar aquello, el alfa apagó el cigarro en sus brazos ya heridos, Jimin apretó la mandíbula queriendo controlar el impulso de gritar.

Dongwoo lo tomó por su mandíbula —Además creo que hace tiempo no le he dado algo de "amor" a mi hermosa pareja, ¿no es así Jimin? —su voz era exageradamente burlona y estúpidamente en un tono asqueroso de seducción.

Lo jaló del cabello y lo puso en pie para después, posar sus abominables labios sobre su cuello.

Tocó partes de su cuerpo con mucha presión haciéndolo sollozar de dolor, sintió repulsión por las manos del alfa. Con asco y desesperación, intentó pelear, pero Dongwoo lo retuvo fuerte.

Parecía una broma que hace rato recordara las dulces palabras de su madre y ahora las repetía en su mente como un manta para soportar.

Fuerte y valiente —no sabía cuánto más iba a tolerar todo esto.

No permitas que nadie te robe la sonrisa —no recordaba que se sentía eso.

Eres fuerte... —nunca fue verdad.

Eres valiente... —era el peor omega que existía.

Uno de los trabajadores interrumpió las bajas ideas del alfa, llegó jadeando en busca de aire, pero rápidamente se incorporó.

—Jefe lamento interrumpir, pero es urgente, necesitamos su presencia de inmediato.

Dongwoo miró a Jimin con aire burlón —No creas que te has salvado pequeño estúpido, aún debo corregir tu actitud insolente —dio una mordida en el labio inferior, provocando que este sangrara.

Dongwoo salió del lugar con el otro alfa apestando todo el lugar con enojo.

Jimin se dejó caer al piso acercando sus rodillas al pecho para esconder el rostro entre sus manos, intentó limpiarse todo rastro de la suciedad del alfa, pero nada podía quitar la huella de sus manos.

Hoseok había regresado, al ver a Jimin en ese estado lloró. Sentándose a su lado, lo atrajo a él intentando dar un poco de consuelo, se mantuvo un momento en silencio esperando el momento adecuado para poder hablar.

—Te juro por lo que más quiero que voy a ayudarte Jimin, algo se me ocurrirá, ¿bien? Ahora vamos a tu habitación que nos están vigilando —habló viendo a uno de los vigilantes pasar para controlarlos.

Caminó casi cargando a Jimin por todo el pasillo, lo recostó sobre las mantas que tenía como cama sobre el piso, lo curó entre llantos y sollozos y al terminar, lo cobijó rogando poder encontrar una oportunidad de ayudarlo.

La vida no era nada justa, estaban atados de manos, no podían hacer nada por el control que había en aquel lugar.

Hoseok no encontraba salida por más que buscaba una solución, simplemente no existía.

Pasaron algunos días, Dongwoo se olvidó de lo que anteriormente dijo, se la pasó ocupado gruñendo a todo el personal, de mal humor y sometiendo a los más débiles.

✧✦✧

Era de mañana, Hoseok y Jimin se encontraban sirviendo el desayuno, el alfa salía del dormitorio; gruñón y abusivo como siempre, últimamente se encontraba más irritado, había llegado a casa con olor de otros omegas y no es que a Jimin le importara, más bien estaba feliz y agradecido por eso, ya que el alfa no lo molestaba.

Jimin sentía como la capacidad de percibir aromas se iba de su sistema, eso lo entristecía, ¿la esperanza de que su omega volviera? Parecía ya no existir más.

Dongwoo se sentó e inmediatamente se dirigió a Jimin con tosquedad —Por el hecho de que las cosas no marchan bien y tú siendo un inútil omega, vas a sacar ese maldito culo tuyo y buscarás algo para sobrevivir, ya es mucho con que te tenga durmiendo sin hacer nada.

Jimin asintió y Dongwoo le dio una mirada asqueada —Podrías trabajar en algo, pero pensándolo bien, creo que ni para eso sirves, eres un inútil, omega inservible y despreciable.

Lo observó de arriba hacia abajo, su mirada reflejaba repulsión y Jimin solo alimentaba el odio que le sentía —No sé en qué momento decidí traerte aquí, pero ya vez que soy tan benevolente, ¿y si no era yo quien se podría fijar en tal porquería como lo eres tú? —musitó sacudiendo las migas que tenía en las manos y volvió su mirada al rostro del omega—. Así que vamos a sacar provecho de lo único bueno que tienes, podrías salir y vender ese culo —el alfa concluyó esbozando una repugnante sonrisa.

Hoseok palideció con lo que había escuchado, teniendo miedo por la vida de Jimin y sin percatarse, empezó a soltar un olor desagradable para el alfa, galletas quemadas. De un grito lo sacó del comedor.

El caso es que Dongwoo había intentado vender a Jimin en muchas ocasiones, el problema era que no era un omega común y desde el momento que su lobo desapareció eso fue un gran problema, "un gran desperdicio" a vista del alfa.

Los celos de Jimin nunca fueron normales, no era como los demás. Entraba en un tipo trance, manteniéndose muy quieto por las altas fiebres, su omega no se encendía ni se arrastraba rogando por el alivio de un nudo.

Dongwoo lo humillaba y despreciaba por eso, el alfa quería que Jimin fuera una máquina caliente, ¡pero oh sorpresa! Él no era así.

Gracias al universo, a los dioses o a quien fuera posible, el alfa tenía repulsión hacia los lazos o marcas de unión que se formaban a través de las mordidas, igual Jimin ya estaba más que marcado por las manos del alfa.

Dongwoo cumplió aquellas palabras: —Así que vamos a sacar provecho de lo único bueno que tienes, podrías salir y vender ese culo —Jimin lo ignoró rogando en su interior que aquello no fuera verdad.

Pero unos días después, Dongwoo llevó dos alfas para que tomaran al omega, uno de ellos enfureció al no percibir olor en él, se sintió engañado y discutió exigiendo el pago devuelta.

Sin embargo, al otro alfa no le importó mucho, arrastró a Jimin a una de las habitaciones que Dongwoo había indicado. El alfa posó sus asquerosas manos sobre su pequeño cuerpo, logrando así llevarse lo poco de humanidad que yacía en su cuerpo.

Ya no había más lágrimas, ya no podían salir, la marea era tormentosa y la bruma espesa, su alma y cuerpo habían sido mancillados de las formas más viles y deplorables.

Su cuerpo magullado llevaba cicatrices donde se contaban historias del dolor; hematomas de colores galácticos que lo único que le recordaban era lo insignificante y lo asqueroso de su vida.

Dongwoo lo veía con repulsión, en cada momento posible le hacía recordar lo poco que valía su existencia.

Todos los trabajadores excepto Hoseok le huían y no hacían nada por ayudarle, igual lo único que buscaban era salvarse así mismos y por eso no los podía culpar, aunque siempre vivía con la esperanza de que algo bueno pasara.

Quiso ser valiente y le fue mal, intentó ser fuerte, pero la debilidad le ganó.

Con un ojo morado y un brazo lastimado, Jimin se dirigía a su habitación, algunos empleados de la mansión lo observaban con lástima y otros lo ignoraban.

A voces silenciosas se escuchaban comentarios negativos, los rumores corrían, escuchó que unas betas decían que alguien había cometido un error y andaban en busca de Dongwoo, en varias ocasiones pudo observar que más personas entraban a la enorme casa y cuando esto pasaba mandaba a encerrar a Jimin y Hoseok.

El ambiente era tenso y el alfa estaba a punto de desahogar su furia en el cuerpo de Jimin. Dongwoo intentó llevar a otro alfa, pero en esta ocasión, a pesar de su debilidad, Jimin empujó y golpeó al alfa en zonas sensibles.

Dongwoo gritó cuando el hombre juró tomar venganza.

De inmediato fue en búsqueda de Jimin, lo tomó fuertemente del pelo e hizo que su nariz impactara contra la mesa, fue un golpe fuerte, Jimin empezó a rogar —Dongwoo para, basta por favor —suplicó limpiándose la sangre que salía de su nariz.

Pero el alfa lo ignoró y le dio golpe tras golpe, haciéndolo caer al piso, continuó con patadas, gritando y escupiendo sobre él.

—No hice nada, por favor. Detente o acaba de una vez conmigo.

Dongwoo arregló su cabello desprolijo, arrastró a Jimin llevándolo a su habitación —¿Qué no hiciste nada maldito, mentiroso? Primero dejaste ir a un cliente por tu idiotez, además dime, ¿qué es esto maldito, cómo tan siquiera obtuviste esto? —preguntó furioso mostrando las cosas de su cachorro—. ¡HABLA MALDITA SEA! —gritó enfurecido dejándolo caer al piso.

Jimin se fijó en que el alfa tenía las luces de Jae en las manos.

—No por favor, Dongwoo, por lo que más quieras permite que me las quede, le pertenecían a Jae.

—¿Qué dices? ¿Quién permitió semejante estupidez? Ese bastardo débil igual que tú, amantes de las tonterías —masculló con el rostro enrojecido.

—Iba a ser un gran alfa, es lo poco que me queda de él. Te lo suplico por favor, deja que me las quede y haré lo que quieras, pero por favor —le rogó con el último rastro de dignidad que le quedaba.

—No me hagas reír, dioses. Pero a ver, dime cómo las conseguiste y te dejo quedártelas.

—No puedo hacer eso —susurró bajando el rostro, si delataba a Hoseok de seguro el alfa acabaría con él.

—No hagas que pierda la paciencia, maldita escoria.

No hubo respuesta de parte de Jimin, con la mirada al piso, escuchó como las tiraba y las pisoteaba hasta hacerlas pedazos.

Se había ido, todo rastro de luz en cualquier forma que le recordara a su cachorrito ya no existía.

Dongwoo lo tiró de un empujón y se desquitó como nunca, repartiendo golpes por todos lados.

Rompió las pocas prendas y las mantas que resguardaba con su aroma.

Dongwoo acabó con todo.

Le propinó una última patada, Jimin sollozó escupiendo sangre.

Lo dejó encerrado dando la orden que nadie podía entrar y mucho menos llevarle agua ni comida.

Hoseok escuchó en medio del llanto que Jimin no lo había delatado, era hora, si no hacía algo, Jimin podría morir, Dongwoo nunca lo había golpeado como ese día.

Dijo unas cuantas palabras frente a la puerta sin estar seguro de que Jimin le hubiese escuchado.

Jimin tirado en el piso intentó respirar, le era difícil, pues, cada que inhalaba las costillas parecían querer perforarle todo el interior. Tomando toda la fuerza que quedaba en su cuerpo se arrastró hasta llegar a la esquina donde se encontraban sus recuerdos, recostándose en la pared, trajo a su memoria el recuerdo de su bebé.

"Jaesung sentado sobre una de las mantas balbuceando con tres dedos dentro en su boquita, estaba señalando su pequeña pancita, Jimin podía morir de amor.

—A ver, ¿qué quieres enseñarme amor?

—Mam, mam.

—¿Tienes hambre? —preguntó con cariño pasando su mano para peinar sus dorados cabellos.

El pequeño sacó los dedos de su boca y gateó para llegar hasta su mami subiendo a su regazo esperando a ser alimentado.

El pequeño observó atento como su mami subía el delgado suéter que lo cubría, acomodó a su bebé y le amamantó, meciéndolo suavemente, apreciando como su pequeño batía las pestañas mientras le acariciaba con ternura.

Su omega aulló lleno de felicidad por su lindo cachorro."

Y así se dejó vencer ante las pequeñas memorias de su Jae, escuchando en su corazón la risa que le alegraba los días.

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